lunes, 9 de diciembre de 2013

El Manatí vía de extinción.

Manati.






El manatí (Trichechus manatus), es un mamífero acuático que habita en las costas y en las desembocaduras de los ríos y está presente en el sur de los Estados Unidos, en Centro América y en la costa norte de Sur América, desde Colombia hasta Brasil.

En Venezuela, se encuentra en algunas de nuestras costas, en el Lago de Maracaibo, en los Llanos y en ríos como los caños del Delta del Orinoco. Su peso oscila entre los 200 y 600 kilos, dependiendo de la especie.

Son animales herbívoros que se alimentan exclusivamente de vegetación sumergida o flotante, pasan la  mayor  parte  del  día  alimentándose  y  pueden  comer  hasta  50 kilogramos  de vegetación a diario. Pero su alimentación es más frecuente justo antes del invierno, por necesitar más energía para  mantener su temperatura corporal en aguas más frías. Pasan casi toda su vida sin salir del agua y, cuando lo hacen parcialmente, es para respirar. Duermen a ras del agua en remansos tranquilos, sombreados y protegidos.

Estas especies, tienen pelos aislados, parecidos a cerdas dispersas por todo su cuerpo,  semejante al de las focas y gruesos bigotes en sus hocicos. Sus ojos son pequeños, pero aun así, tienen un alcance completo de visibilidad tanto en el día como en la noche. Carecen de oído externo pero pueden escuchar sonidos a distancia. Su cola, en forma de remo,  la utilizan  para   mover sus cuerpos a través del agua. Tienen dos miembros en la parte anterior de  su cuerpo, los cuales usan para diversos fines, entre ellos el de conducir su cuerpo al nadar y palear los alimentos al momento de alimentarse.


Las hembras llegan a una madurez entre los 5 y 9 años de edad, y su reproducción es lenta. Luego de 12 a 13 meses de gestación, la hembra manatí busca un lugar tranquilo, poco profundo, donde pueda tener su cría. El bebe manatí en su etapa juvenil puede permanecer cerca de su madre por unos meses o hasta  por dos años, pero algunas veces, la cría trepa o descansa  sobre la espalda de su madre, mientras que ella se alimenta o duerme y sube a la  superficie a tomar  aire.  Cuando ella lo hace, la cría toma leche de las mamas de la  madre que  están bajo sus aletas.  El padre no participa en el cuidado de la cría, y la madre y el padre  no  permanecen juntos formando pareja luego de la gestación.

Los manatíes no nadan con rapidez debido a su peso y tamaño, lo que los hace vulnerables ante la dificultad de esquivar con rapidez una embarcación a gran velocidad. Por otra parte, los botes manejados a grandes velocidades, no proveen oportunidad a sus operadores para ver a simple vista manatíes sumergidos; estos factores son determinantes en accidentes de atropello o golpes a estos mamíferos.

Hoy en día se sabe que quedan muy pocos manatíes y son considerados como una especie en peligro de extinción, siendo el Delta del Orinoco la región con mayor abundancia de este único animal. Su protección no sólo depende de los organismos públicos y privados dedicados a la conservación, el reto de preservar esta especie también le corresponde a los deltanos, pues es de ellos la misión de cuidar los tesoros de esta tierra y la vida que en ella habitan.

Los manatíes, al igual que otras especies amenazadas,  pueden ser salvadas a pesar de todos los peligros que enfrentan. Pero para ello es necesario que toda la sociedad se lo proponga y entre en acción cuanto antes con planes conservacionistas que eviten su extinción.

El manatí es en definitiva, una especie en extinción que no debe desaparecer. 


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